el canal 98
(la vida, vista desde la cámara del palier de la planta baja)



La Pochi finalmente se decidió, y contrató la TV por cable.

Lamamádelapochi descubrió un canal que la tiene atrapada, y cuenta lo que ve
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miércoles, 18 de agosto de 2010

¡Volvieron los arqueólogos!


Estos de TN ya me tienen aburrida. Todas las mañanas pasan los mismos programas: a las 8, el de la toma de rehenes en un edificio de Recoleta. A eso de las 10, el de la saladera bancaria, y al mediodía, el del camión que volcó en la Panamericana y aplastó a cuatro autos. Si no renuevan un poco la programación se van a quedar sin raitin. Yo, por lo menos, esta mañana me cansé y puse el 98, que cada tanto pasan algún documental. ¡Y justo, parece que me hubieran adivinado el pensamiento! ¡Estaban pasando el programa de los arqueólogos!
Resulta que ni bien me puse a mirar, estacionó un camioncito al lado del pozo, que entre parentis, ya hace como ocho meses que lo hicieron, y nunca lo vinieron a tapar.
Enseguida se bajó el jefe de la expedición, que tenía puesto un casco, y dos expedicionarios.
Primero pusieron unas vallas alrededor del pozo, como la otra vez.
Después, el jefe sacó unos planos de adentro del camión, y mientras los miraba, le daba indicaciones a los dos muchachos.
Se ve que como cuando hicieron el pozo no encontraron las ruinas que estaban buscando, ahora tenían que agrandar la excavación, porque vi que el jefe les hacía señas como que tenían que cavar para el lado de la vereda de enfrente, y los otros dos le hacían que sí con la cabeza.
Entonces el jefe guardó los planos, se subió al camión y se fue. A todo esto, ya era casi el mediodía, así que los dos muchachos se sentaron en el cordón de la vereda al lado del pozo, y sacaron unos sanguches enormes y una botella de cerveza de adentro de un bolsito, y se pusieron a comer y a tomar como desesperados. ¡Pobres! ¡Quién sabe todo lo que tuvieron que viajar en ese camioncito para llegar hasta el pozo de las ruinas! ¡Se ve que estaban hambrientos y sedientos!. Es lo que pasa siempre con los expedicionarios, que andan todos transpirados, con la barba crecida, y muertos de hambre y sed.
La cosa es que el almuerzo les debe haber dado modorra, porque al rato estaban los dos tirados panza arriba durmiendo en la vereda, al lado del pozo.
Como me pareció que iban a tardar un rato en despertarse, volví a poner TN. Pero como estaban diciendo que el mes que viene va a haber una inflacción bárbara, y yo con esas cosas me hago mala sangre, volví a poner el 98.
Ya se habían despertado, y uno de los muchachos se había metido en el pozo, con una pala en la mano. El que quedó arriba, le hacía señas para que cavara para el lado de  la vereda de enfrente, como había dicho el jefe. Pero el de la pala no le hizo caso, y se puso a excavar para el lado del estudio. Parece que había recuperado fuerzas con el sanguche y la cerveza, porque tiraba tierra para afuera que parecía una máquina. Al rato, ya  no se veía ni la pala. Sólo los montoncitos de tierra que saltaban para arriba, y formaban una montaña al costado del pozo.
Se ve que los del canal se dieron cuenta que les estaba bajando el raitin minuto a minuto, lógico, porque la gente no es de mirar documentales. Así que para darle más emoción al programa, en el estudio se abrió la puerta de los puntos, apareció la diputada del perrito, y se puso a charlar con el descuartizador, que hacía un rato que estaba mirando al través de la puerta de vidrio cómo trabajaban los arqueólogos.
En eso, los dos miraron de golpe para el piso, porque se hizo una grieta justo debajo de ellos. Ni tuvieron tiempo de correrse para un costado. Se abrió un agujero que se los tragó a los tres: el descuartizador, la diputada, y el perrito, y se levantó una polvareda que tapó toda la pantalla.
Al rato, cuando se asentó el polvo, estaba el descuartizador ayudando a la diputada a salir del agujero, y el expedicionario tratando de pegarle con la pala en la cabeza al perrito, que le saltaba para morderle el cuello.
El otro expedicionario, que miraba desde afuera de la puerta de vidrio, se agarraba la cabeza.
A mí ya me dió mucha impresión, así que volví a poner TN. Pero justo estaban pasando una noticia de un derrumbe, así que apagué la tele y me puse la radio para escuchar al Negro Oro, que será desafinado, pero por lo menos canta y yo me distraigo un poco. No sea cosa que me suba la presión.


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martes, 10 de agosto de 2010

Se ve que el canal 98 estaba perdiendo raitin


Eso digo yo, porque hoy al mediodía lo puse para ver qué estaban dando, y resulta que estaban de nuevo con el programa de los premios. Y yo se que en la tele, cuando andan flojos de televidentes, enseguida ponen un concurso.
Resulta que en el escritorito que está al lado de la puerta de vidrio, estaba sentado el conductor del programa. Bah, era el mismo que hace de descuartizador, y que cuando no hay programas lo ponen a encerar el piso del estudio, o a lustrar la manija de la puerta. Cuando no se les ocurre mandarlo a regar la vereda, a la mañana tempranito. Para mí que los dueños del canal, que ya no saben qué hacer con la plata, deben haber sembrado soja entre las baldosas, y lo tienen a ese pobre hombre trabajando de peón rural, como si fuera poco con todas las demás tareas que le dan.
Pero ya me fui por las ramas.
La cosa es que el conductor del concurso estaba ahí, en el escritorito, esperando a los participantes.
La primera que llegó fue una que era bastante parecida a una que vive en el 10º D, que me contó la Pochi que tiene una enfermedad con un nombre raro: clastrobofia, claustofrosia, algo así. Ya me voy a acordar.
La señora entró, saludó al conductor, y se metió en la puerta de los puntos. Ahí el cartelito que está arriba de la puerta empezó a sumar: uno, dos, tres, ecéctera, ¡y llegó hasta diez! ¡Qué suerte tuvo esta participante!, pensé yo. ¡Es la primera que juega, y saca el puntaje máximo! ¡Y encima el número diez se puso a titilar! ¡Se prendía y se apagaba, se prendía y se apagaba, se ve que había sacado doble premio, o algo asi!
El conductor, que se había quedado con cara de aburrido en el escritorito, de repente se paró como si hubiera escuchado algo, y arrimó la oreja a la puerta de los puntos.No sé qué fue lo que escuchó, porque el 98 sigue sin sonido, y en blanco y negro, pero se agarró la cabeza y subió corriendo por la escalera que está al lado de la puerta de los puntos.
Yo me quedé intrigada por saber qué había pasado, pero como a la hora me aburrí, porque no pasaba más nada, y me puse la novela del 9.
La cosa es que me ví como tres novelas seguidas, y se me pasaron dos horas más. De repente me acordé de la concursante, y volví a poner el 98. Justo el conductor le estaba abriendo la puerta de vidrio a dos señores que traían unos bolsos con herramientas, y los tres subieron corriendo la escalera. Otra vez me quedé esperando como una hora, a ver si salía la participante con el premio, pero nada. Así que me puse a ver un programa de comidas, y me aprendí a preparar un crocante de polenta con girgolas sobre colchón de hojas verdes, que no sé bien qué era, pero quedaba bastante lindo.
Cuando me quise acordar, ya eran como las seis de la tarde, así que volví a poner el 98, y ahí sí apareció la señora que había ganado el premio. Lo raro es que  se la estaban llevando unos médicos en una camilla, con oxígeno y todo. Para mí que se ganó una casa prefabricada, o cien mil pesos, como en el programa de Susana Giménez, y se descompuso de la emoción.
Enseguida que se la llevaron, el conductor pegó un cartelito en la puerta de los puntos. Yo no alcancé a ver qué decía, pero seguro era que se había suspendido el concurso. Digo yo, porque al ratito llegó otro participante, ese que se parece al viejito del 9º A, que sufre del corazón y tiene puesto un marcapasos, y cuando lo leyó, se sentó en la escalera y se puso a llorar. ¡Pobre, se ve que estaba muy ilusionado con ganarse algún premio! 

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